lunes, 30 de abril de 2012

Colima: la crema y nata de México

Christopher Gabriel WASTIAN

Al Maestro BVB, quien me enseñó a amar Colima.


A causa de mi existencia como antropólogo cultural viajo mucho. Por lo general tengo mucho que investigar en la frontera norte de México, sin embargo, cuando la tensión era demasiado grande y necesitaba un cambio y descanso, tenía el deseo de enrumbar hacia otras, algo más tranquilas regiones del país.

Por aquel entonces pensé que para mí un destino de este tipo podría ser tanto Tepic, Nayarit como también Colima, Colima. Opté por esta última variante. En agosto del 2009, puse por primera vez un pie en suelo colimote. Ya desde el comienzo de ese viaje, supe valorar la riqueza cultural de la ciudad. Una vez cuando observaba en el Andador Constitución las grandes obras artísticas de diversas personalidades, entablé una conversación con el sociólogo, gurú de la salud, torero y poeta Benjamín Velasco Briceño, el cual iba acompañado de su colega Pancho Pérez de la Torre. En seguida nos entendimos de manera fenomenal y fuimos a beber algo – siguieron extensas pláticas sobre nuestro trabajo, acerca de Dios y el mundo. Desde el principio, Benjamín actuó no sólo como un buen amigo, sino también como el mejor guía que uno puede desear.

Desde entonces he retornado regularmente a este hermoso lugar. Lo que tampoco es muy sorprendente – durante mi primera visita me resbalé sobre la Piedra Lisa. Pero lo que me hace especialmente feliz, es que en estos días no estoy solo como invitado” en Colima, me acompaña mi madre Edeltraud (dicho nombre proviene del antiguo alto alemán y significa algo así como “hechicera elegante”). Esta compañía significa un gran honor, pero en especial mucha alegría para mí, ya que siempre quise mostrar y dejar sentir a mis personas cercanas porque me encanta México y sobre todo Colima. También ella, desde su llegada al aeropuerto en Cuauhtémoc, se encuentra fascinada por la belleza de la naturaleza, la cultura y la gente. “Es como en el paraíso” me dijo mi madre admirando las exuberantes y encantadoras flores, mientras escuchábamos el concierto de diversas aves  exóticas en el Jardín Libertad. Tiene razón: no importa si son los árboles de Primavera o los palmerales,  unos saludables y sabrosos guamúchiles, los mangos o plátanos, mameyes o ciruelas, limoneros o naranjos. Colima podría ser por su superficie total uno de los estados más pequeños de México, pero básicamente es grandiosa, porque tiene tantas cosas que ofrecer, con las que otras regiones solo pueden  soñar: volcanes, montañas y mar, bosques y vegas, fuego y nieve.

El pescado tan bien preparado en el idílico El Mixcuate, una de las mejores ferias de México, las actuaciones profesionales del Ballet Folklórico de la Universidad, los momentos mágicos en Comala con un par de cervezas, una buena botana y un clásico ponche, una noche de agua de coco y ron con Benjamín y su familia, las iglesias magníficamente decoradas, el nutrido desayuno de fin de semana en Suchitlán, un exquisito café con el viajero y ciudadano del mundo Eduardo de Dios, la excelente música clásica y conciertos de rock, el refrescante baño en Los Amiales, los innumerables parques verdes y oasis de tranquilidad en el centro urbano, los tianguis culturales, el arte de Alejandro Rangel así como el eco-parque en Nogueras, la agradable brisa del Océano Pacífico... Corazón, ¿qué más se puede pedir?

Además, no sólo disfrutamos de la calidez y la ligereza de la población local, sino también de la maravillosa cocina de Colima – tanto de los mejores restaurantes de la ciudad, como también de los mercados Pancho Villa, Obregón y Constitución. Alguien que caracteriza la vida cultural de la ciudad como ningún otro, es el inmigrante de Maryland Bindú Gross – ahora un colimense original. Sin él, serían las tardes por el Andador Constitución vacías y sin sentido.

Gracias Benjamín, gracias colimenses, gracias Colima por hacerme sentir a gusto, vivo. Aún cuando no me encuentro aquí, me siento siempre conectado a Colima sobre todo ahora gracias a la colaboración con este periódico. Y voy a seguir regresando siempre.

publicado por El Noticiero de Colima, 2 mayo 2012, pág. 5

viernes, 30 de marzo de 2012

La trampa nuclear

Christopher Gabriel WASTIAN

Pero el desastre nuclear no es un desastre natural, es una catástrofe antinatural y técnica, resultante del descuido de seres humanos arrogantes. (Masako Hashimoto, víctima de Fukushima)


Hace pocos días, representantes de más de 50 países se reunieron con motivo de la Cumbre Nuclear en la capital sud-coreana de Seúl. El gobierno del país asiático está promoviendo la energía nuclear como motor del crecimiento económico y quiere ascender en los próximos diez años dentro de los tres primeros puestos del ranking de las mayores naciones exportadoras de energía nuclear. El sector de la energía nuclear, así como las exportaciones a países como los Emiratos Árabes Unidos, serán diligentemente promovidos – se trataría nada más que de cuatro reactores que costarían a los EAU la suma de 20 mil millones de dólares americanos.

Otros países asiáticos como Turquía, Jordania, Vietnam e Indonesia quieren imitar a los jeques de la Península Arábica y están igualmente invirtiendo en centrales nucleares. Una energía, la cual es denominada por el presidente surcoreano Lee Myung-bak como “verde”, verde sería por lo tanto todo lo que reduzca la emisión de dióxido de carbono. En vista de la catástrofe nuclear, que en marzo del año pasado aconteció, son las opiniones y perspectivas de los surcoreanos no sólo ingenuas, cínicas y extrañas, sino sobre todo, perversas, irresponsables y groseramente negligentes.

Recordemos: el viernes, 11 de marzo del 2011, Japón se vio afectado a las 14:46 p.m. por el terremoto más fuerte de su historia desde que comenzaron los registros. Incluso en Tokio, la capital, edificios completos se vinieron abajo. El resultado inmediato, que alcanzó la costa japonesa media hora más tarde, fue un tsunami que alcanzó alturas de 13 a 15 metros, a causa del cual, según los registros actuales, 19.000 personas perdieron la vida, además numerosas ciudades fueron totalmente aniquiladas. Después de la inundación, el aeropuerto de la ciudad de Sendai se asimilaba más a un paupérrimo puerto con residuos de barcos rotos y escombros. Pero la verdadera, enorme y más duradera catástrofe se produjo después: el terremoto y el tsunami dañaron enormemente la planta de energía nuclear en Fukushima que trajo como consecuencia una cadena de accidentes catastróficos: En primer lugar se inundaron los generadores diesel del sistema y las baterías de emergencia. Entonces, los reactores se averiaron, mientras tanto aumentaban la temperatura y la presión en el interior de los reactores hasta valores que superaban miles de veces sus límites. Más y más se evaporaba el agua refrigerante, las barrillas de combustible comenzaban a fundirse. No solo siguieron las explosiones de gas, sino también las detonaciones con una cantidad considerable de diversos elementos radiactivos (principalmente yodo y cesio; algunas fuentes hablan incluso de plutonio altamente tóxico).

Esta información tenemos que agradecer antes que nada a expertos independientes. La política de información oficial de las autoridades japonesas y especialmente la de los operadores de la planta de energía Tepco (Tokyo Electric Power Company) han fracasado miserablemente. El hecho de que la información importante y alarmante del estado real de la planta nuclear no sea transmitida y se esparzan a cambio mentiras, arriesga las vidas de otros miles de japoneses, los cuales de todos modos ya no creen en sus autoridades que solo actúan bajo el lema: “no pasa nada”.

Recién 24 horas después de la catástrofe nuclear hubo ordenado el primer ministro de Japón, la evacuación en un radio de 20 kilómetros alrededor de la central nuclear de Fukushima. Esta medida sin embargo, resultó ser sin sentido, porque en ciudades como Iitate, que no están dentro de esta zona, según lo medido mostraban un nivel de exposición radiactiva mucho más alto.

El destino de la nación japonesa es dramático: hasta 150.000 personas se vieron obligadas a abandonar, temporal- o permanentemente, sus hogares, también murieron cientos de miles de animales abandonados en granjas. Fueron contaminados –y así se quedarán por las próximas décadas– aire, suelo, alimentos y – aguas.

Que el desastre de Fukushima haya dejado de ser un problema nacional para alcanzar dimensiones globales, tenemos que “agradecerlo” por el hecho de que hasta la fecha toneladas de aguas radioactivas fueron arrojadas al Océano Pacífico – a veces sin querer, a veces deliberadamente. Después de que inicialmente, debido a la incapacidad de la empresa operadora, se tratara de enfriar los reactores con agua de mar, para luego verter estas aguas contaminadas nuevamente en el Pacífico, se logró hasta la fecha la radioactividad de éste océano. Como el mar no tiene límites conocidos, en el mundo crece la ansiedad y el miedo por la contaminación de nuestras aguas.

Los impactos sobre la pesca no sólo en las zonas costeras japonesas, dejan suponer que los alimentos contaminados entran en circulación –ni la radiación ni el mar abierto conocen fronteras– y por lo tanto ya hace tiempo han encontrado el camino hacia nuestra cadena alimenticia. Los productos de la zona de pesca FAO 61 (la Organización para la Agricultura y la Alimentación distingue entre diferentes áreas geográficas para identificar el origen de pescados y mariscos) son prácticamente incomibles, en las zonas costeras peruanas ya fueron registrados valores radioactivos en aumento. ¿Cómo se observa esto en la costa mexicana del Pacífico? Las consecuencias a largo plazo aún no se conocen, pero las predicciones son terribles.

Después de este accidente, el más poderoso dentro de los desastres nucleares jamás antes vistos, el cual continuará durante mucho tiempo más (según algunas fuentes lo peor está aún por venir ya que la fusión de núcleo todavía estaría en funcionamiento en la planta nuclear averiada, lo que podría poner en serio peligro inclusive a Tokio), es Corea del Sur el mejor ejemplo actual de que los reactores nucleares generan especialmente una cosa: dinero. Que aquí tienen prioridad intereses económicos y la avaricia y al mismo tiempo están en juego vidas humanas o posiblemente la humanidad entera, no es una sorpresa. “Los reactores de Corea son los más seguros del mundo, una desgracia como la de Fukushima, imposible”, se oye en estos días. Pero esto no es más que hipocresía, porque exactamente lo mismo decían los japoneses después de Chernóbil.

Pero no en todo el mundo rigen los poderes totalitarios y financieros de la industria atómica, esto lo demuestra especialmente Alemania: Tras las protestas masivas de la población alemana y europea –inclusive yo fui parte de los 100.000 manifestantes solamente en Hamburgo– decidió el gobierno alemán detener y cerrar todas sus plantas nucleares hasta el año 2022. Otros países, como Suiza y Bélgica, planean igualar a los alemanes. En realidad, todo el mundo debería tomar a Alemania como un ejemplo: renunciar a la energía nuclear es en efecto (temporalmente) complicado (los costos de tiempo, el impacto ecológico de las plantas eléctricas de carbón, etc.), pero definitivamente no es imposible. Renunciar a la energía nuclear es un compromiso humano. ¡No demos lugar a los peligros invisibles!

publicado por El Noticiero de Colima, 31 marzo 2012, pág. 5

martes, 28 de febrero de 2012

Cultura del café

Christopher Gabriel WASTIAN

A todos los colimenses que disfrutan de un buen café.


Hoy exactamente hace dos meses, el 29 de diciembre del 2011, falleció Leopold Hawelka –un ícono de la cultura del café de Viena– a la edad de 100 años. El café, cuya dirección es “Dorotheergasse 6” y que lleva el nombre de su fundador, fue inaugurado en el año 1939 y fue convirtiéndose, sobre todo a mediados de los años 50 del siglo pasado, en el lugar de encuentro preferido por escritores, críticos y artistas. Entre las personas que frecuentaron el Café Hawelka cuentan eminencias como Friedensreich Hundertwasser, Helmut Qualtinger, H. C. Artmann y Oskar Werner.

El particular encanto de este local se basa en el hecho de que es, hasta ahora, como siempre fue. Ya en el año 1969 el autor Heimito von Doderer escribió que el café sería popular en todo Europa – “al fin y al cabo solo porque el Señor Hawelka no lo ha restaurado”. El cantautor austríaco Georg Danzer hizo definitivamente del culto a los cafés un monumento, cuando en el año 1976 cantó: Jö schau, so a Sau, Jössas na, wos mocht a Nackerter im Hawelka? (Mira tú, que tal puerco, ¡no manches! ¿que hace un encuerado en el Hawelka?). También otros músicos hacen alusión al café en sus canciones – como Kraftwerk, los alemanes pioneros de la música electrónica.

Un clásico de este café ubicado en el primer distrito de Viena, el centro absoluto de la capital austríaca, son los Buchteln – un dulce austríaco hecho de masa con levadura y relleno de mermelada de ciruela, los cuales horneaba personalmente la esposa de Leopold, Josefine, hasta su muerte en el año 2005. Este dulce se disfruta mejor con uno de los innumerables tipos especiales de café, por ejemplo un Wiener Melange (similar al capuchino: expreso mezclado con leche caliente y espuma de leche por encima), un Einspänner (un expreso doble con abundante crema chantilly, servido en vaso), un Fiaker (expreso doble con mucho azúcar y un trago de ron o aguardiente, servido en vaso), un Maria Theresia (expreso con un trago de licor de naranja), o sencillamente un Kleiner Mokka (expreso simple). El vaso de agua que se recibe en Austria con el café, por supuesto es gratuito. Inclusive las cervezas locales se encuentran en las cafeterías típicas, además de una enorme selección de los mejores periódicos de calidad de diversos países.

¿Pero como llegó realmente el café a Viena – a un lugar tan lejano de las plantaciones chiapanecas y veracruzanas, colombianas y africanas?

Cuenta la leyenda que a finales del siglo XVII, poco después del final de la Segunda Invasión del Imperio Turco Otomano, fueron encontrados muchos sacos de particulares granos que hasta ese entonces eran desconocidos en Austria. Pronto se hizo evidente que era café lo que los turcos llevaban en dichos fardos. Ya en 1685 se fundó el primer café en Viena. Este concepto tuvo muchísimo éxito – ya en el año 1900 existían alrededor de 600 cafés en dicha metrópoli europea. Al comienzo se reservaba el ingreso sobre todo a hombres. Los llamados “literatos de café”, entre los que cuentan Stefan Zweig, Peter Altenberg, Karl Kraus y Friedrich Torberg, eligieron sus cafés favoritos como los lugares para vivir y trabajar. También otros intelectuales y artistas, entre ellos Gustav Klimt, Oskar Kokoschka, Adolf Loos y Egon Schiele, así como científicos y políticos se encontraban entre los clientes habituales de los cafés. Otras ciudades que formaron parte del Imperio Austro-Húngaro (Praga, Budapest, Trieste) imitaron el concepto de los cafés vieneses.

Hoy en día los cafés de Viena son toda una institución y forman parte integral de la imagen urbana de la ciudad. La tradicional cultura de los cafés de Viena como elemento esencial de la identidad vienesa y austríaca, la cual además es la antítesis del sistema estadounidense “coffee-to-go” (estilo Starbucks), ha sido incluida por la Unesco en noviembre del año pasado en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial. Además el Kaffeesiederball (el baile de los propietarios de los cafés), que se realiza anualmente desde el 1957 en el Palacio Imperial de Hofburg, se dedicó en el año 2010 de manera excepcional a los Estados Unidos Mexicanos. Bajo el lema “El Café de México” los visitantes disfrutaron al ritmo del danzón del renombrado compositor sonorense Arturo Márquez.
¡Viva el café!

publicado por El Noticiero de Colima, 29 febrero 2012, pág. 5

domingo, 29 de enero de 2012

Nuestro derecho al olvido

Christopher Gabriel WASTIAN

Dime que te gusta y te diré quien eres. Me gusta


Actualmente más de 800 millones de personas en todo el mundo están utilizando activamente el “portal comunitario” Facebook – probablemente Usted es una de ellas. Esta plataforma fundada en el año 2004 por un empresario estadounidense –cuyo apellido de origen alemán traducido al español significa “montaña de azúcar”– es sólo un ejemplo de un fenómeno que, al parecer, ya es considerado como una parte esencial e indispensable de nuestra sociedad: el de la marcha triunfal de las redes sociales.

Hoy en día uno como persona joven, tiende a revelar su información más “secreta” y con esto –por pura vanidad o incluso por ignorancia– presentar un buen “striptease de datos”. Estos excesos de presentación de uno mismo degeneran a menudo en el hecho de describir hasta las cosas más irrelevantes. ¿A quién le importa cuando me desperté esta mañana, lo que comí para el almuerzo o en que bar estaré hoy por la noche? Se conocen ya muchos casos de afectados que más tarde se arrepienten de su generosa libertad virtual. Estos incluyen no sólo aquellos que perdieron sus empleos debido a que su jefe encontró en Facebook fotos de fiestas salvajes que los muestran en estado de ebriedad, tambaleándose o haciendo muecas.

Se quiere creer que estos datos “pecaminosos” se pueden borrar. ¡Olvídenlo! Hasta el momento sólo es posible ocultar las entradas, ¡pero no eliminarlas! Incluso después de la supuesta eliminación de aquella información, ésta se mantiene en los servidores de Facebook.

Estos datos son de hecho de gran valor no sólo para la red social, sino más aún para una variedad de empresas de terceros, que tratan de encajar entre sí las huellas dejadas por nosotros a los perfiles personales, para bombardearnos después con diversa publicidad dirigida. ¿Quién sabe exactamente a quién Facebook esta “confiando” nuestros datos? Controvertidos avances como, por ejemplo, el “reconocimiento de rostros” dejan suponer que desde hace mucho tiempo ya estarían participando los Servicios Secretos de diversos regímenes pertinentes.

¿Se sentiría cómodo si supiera que sus huellas digitales son realmente indelebles? La Comisión Europea, la cual desempeña la función del poder ejecutivo en la UE, quiere por lo menos terminar con ese “fantasma”. La legislación de protección de datos de la Unión Europea será por primera vez en 20 años integralmente reformada.

Una de las innovaciones sería que en el futuro las empresas tendrían la obligación de informar a sus clientes en el lapso de 24 horas por la pérdida o el robo de información personal, de lo contrario amenazarían sanciones draconianas. La persona de quien se hayan transmitido los datos, deberá obtener un derecho legal explícito para que estos datos a solicitud, puedan ser completa- y finalmente eliminados.

La vicepresidenta de la Comisión Europea Viviane Reding, nativa de Luxemburgo, considera que es “increíble que se tenga que escribir en la legislación, que las empresas tienen que tratar con cuidado los datos personales de sus clientes”. En realidad debería ser ésta la base para la formación de toda empresa firme y responsable.

Este avance de la Unión Europea de abogar por políticas más estrictas de privacidad, fue precedida por muchos poderosos movimientos ciudadanos, los cuales ya desde hace tiempo criticaban la recopilación de datos específicos por los operadores de las redes sociales. El ejemplo más destacado es “Europe versus Facebook” del vienés Max Schrems. Este estudiante de derecho lleva consigo ya más de una victoria en las demandas contra Facebook y aclara en la página web de éste movimiento, cómo cada uno de nosotros podemos exigir nuestros datos recolectados, en forma de CD, a la empresa estadounidense. Esto se aplica a todos los usuarios que tengan su residencia fuera de los Estados Unidos de Norteamérica y Canadá.

Medios europeos ya especulan que esta ley de protección de datos promovida por la UE que consiste, según Reding, en “dar a las empresas libertad y a los ciudadanos protección”, podría llegar a convertirse en un patrón global. Es de suponer que todo esto resultará molesto sobre todo para los EE. UU. donde –en marcado contraste con Europa– los datos personales no son considerados como propiedad de la persona sino más bien de la entidad que los maneja. ¿Cómo es esto en México? Como sea: ¡Todos tenemos derecho a ser olvidados!

publicado por El Noticiero de Colima, 31 enero 2012