Christopher Gabriel WASTIAN
Al Maestro BVB, quien me enseñó a amar Colima.
A causa de mi existencia como
antropólogo cultural viajo mucho. Por lo general tengo mucho que investigar en
la frontera norte de México, sin embargo, cuando la tensión era demasiado
grande y necesitaba un cambio y descanso, tenía el deseo de enrumbar hacia
otras, algo más tranquilas regiones del país.
Por aquel entonces pensé que
para mí un destino de este tipo podría ser tanto Tepic, Nayarit como también
Colima, Colima. Opté por esta última variante. En agosto del 2009, puse por
primera vez un pie en suelo colimote. Ya desde el comienzo de ese viaje, supe
valorar la riqueza cultural de la ciudad. Una vez cuando observaba en el
Andador Constitución las grandes obras artísticas de diversas personalidades, entablé
una conversación con el sociólogo, gurú de la salud, torero y poeta Benjamín
Velasco Briceño, el cual iba acompañado de su colega Pancho Pérez de la Torre. En seguida
nos entendimos de manera fenomenal y fuimos a beber algo –
siguieron extensas pláticas
sobre nuestro trabajo, acerca de Dios y
el mundo. Desde el principio, Benjamín
actuó no sólo como un buen amigo, sino también
como el mejor guía que uno puede desear.
Desde entonces he retornado regularmente
a este hermoso lugar. Lo que tampoco es muy sorprendente
– durante mi primera visita me resbalé sobre la Piedra Lisa.
Pero lo que me hace especialmente feliz,
es que en estos días no estoy solo como “invitado” en Colima, me acompaña
mi madre Edeltraud (dicho nombre proviene del antiguo alto alemán y significa
algo así como “hechicera elegante”). Esta compañía significa un gran honor,
pero en especial mucha alegría para mí, ya que siempre quise mostrar y dejar
sentir a mis personas cercanas porque me encanta México y sobre todo Colima.
También ella, desde su llegada al aeropuerto en Cuauhtémoc, se encuentra
fascinada por la belleza de la naturaleza, la cultura y la gente. “Es como en
el paraíso” me dijo mi madre admirando las exuberantes y encantadoras flores,
mientras escuchábamos el concierto de diversas aves exóticas en el Jardín Libertad. Tiene razón: no importa si son los árboles de
Primavera o los palmerales, unos saludables y sabrosos guamúchiles, los
mangos o plátanos, mameyes o ciruelas,
limoneros o naranjos.
Colima podría ser por su superficie total uno de los estados más pequeños de México, pero básicamente es grandiosa, porque
tiene tantas cosas que ofrecer, con las que otras regiones solo pueden soñar: volcanes,
montañas y mar, bosques y vegas, fuego y nieve.
El pescado tan bien preparado en el idílico El Mixcuate,
una de las mejores ferias de México, las actuaciones profesionales del Ballet
Folklórico de la Universidad, los momentos mágicos en Comala con un par de cervezas,
una buena botana y un clásico ponche, una noche de agua de coco y ron con
Benjamín y su familia, las iglesias magníficamente decoradas, el nutrido desayuno
de fin de semana en Suchitlán, un exquisito café con el viajero y ciudadano del
mundo Eduardo de Dios, la excelente música clásica y conciertos de rock, el
refrescante baño en Los Amiales, los innumerables parques verdes y oasis de
tranquilidad en el centro urbano, los tianguis culturales, el arte de Alejandro
Rangel así como el eco-parque en Nogueras, la agradable brisa del Océano
Pacífico... Corazón, ¿qué más se puede pedir?
Además, no sólo disfrutamos de la
calidez y la ligereza de la población local, sino también de la maravillosa cocina de Colima – tanto de
los mejores restaurantes de la ciudad, como también de
los mercados Pancho Villa, Obregón y Constitución.
Alguien que caracteriza la vida cultural de la ciudad como ningún otro, es el inmigrante de Maryland
Bindú Gross – ahora un colimense original. Sin él, serían
las tardes por el Andador Constitución
vacías y sin sentido.
Gracias
Benjamín, gracias colimenses, gracias Colima por hacerme sentir a gusto, vivo. Aún cuando no me encuentro aquí, me
siento siempre conectado a Colima –
sobre todo ahora gracias a la
colaboración con este periódico.
Y voy a seguir regresando siempre.
publicado por El Noticiero de Colima, 2 mayo 2012, pág. 5