domingo, 11 de diciembre de 2011

Del No-Lugar al No-Yo

Christopher Gabriel WASTIAN

Donde no hay tú, no hay yo. (Ludwig Feuerbach)


Todos sabemos que es un “lugar”. ¿Pero qué es un “no-lugar”? Este concepto fue acuñado por el antropólogo francés Marc Augé, el cual contrapone los no-lugares con los ya bien conocidos lugares. Los primeros los define como espacios mono-funcionales, que prevalecen sobre todo en zonas urbanas.

En nuestra época –algunos tienen bien en nombrarla “época de la globalización”– podemos observar diariamente, sea en Europa, Asia, Norte- o Sudamérica, como del suelo brotan ya casi con naturalidad centros comerciales, autopistas de seis vías o híper modernas estaciones de ferrocarril.

Aeropuertos pertenecen también a esta categoría. Hace poco estuve en Lima, cuyo aeropuerto internacional “Jorge Chávez” fue galardonado ya más de una vez como el “mejor aeropuerto de Sudamérica”. En el sector de shopping, denominado “Perú Plaza”, se disponen numerosos negocios de lujo y restaurantes gourmet. Aeropuerto de Lima: una celda aislada que ignora la realidad de la ciudad satélite que la rodea, el Callao, una urbe marcada por la pobreza.

No-lugares tienen que ver con (no-)reconocimiento: Todos necesitamos lugares donde nos reconocemos y donde otros nos puedan –como nosotros a ellos– reconocer. Todo esto es una cuestión de identidad. No-lugares anulan identidades locales e inyectan componentes “globales” o, mejor dicho, intercambiables en este nuevo constructo. Si en el aeropuerto de Lima no se vendieran chales de alpaca y pasteles de choclo, no se sabría en realidad si uno se encuentra en ese momento en Madrid, en Nueva York, en Co-lima o justamente en Lima.

Sobre todo en el norte de los Estados Unidos Mexicanos, en la frontera con los Estados Unidos de América, en muchas ocasiones uno no puede evitar, incluso involuntariamente, visitar no-lugares. No-lugares en la frontera: ¿elementos que estorban la composición inarmónica de las “autóctonas”, híbridas identidades fronterizas? ¿O es que ya se han vuelto en una parte fija de ellas?

¿Es ésta sobre proporcionada presencia de no-lugares en la frontera acaso también la causa de que uno en Mexicali se crea más en EE. UU. que en el vecino Calexico? Calexico y Mexicali, ¿localidades intercambiables en un mundo entrecruzado de cables y de redes inalámbricas, en el cual el espacio extraterrestre es empleado para establecer una extraña forma de comunicación, que pone en contacto a miles de individuos con tan solo una imagen de sí mismo?

No-lugares son en consecuencia espacios temporales –espacios transitorios–, en los cuales individuos se mueven sin relacionarse, en donde ninguna relación social duradera se consolidará. Todo lo que nos separa de las relaciones sociales, nos separa también de los lugares que conocemos. En supermercados, aeropuertos, cajeros de bancos, allí la vida social se debe superar en solitario. Esa es una contradicción en sí, que corresponde a la actual paradoja, como Marc Augé también considera: Hoy en día es posible estar solo y al mismo tiempo mantener relaciones con todo el mundo.

No-lugares se caracterizan –en contraposición con los tradicionales, antropológicos lugares– por la pobreza comunicativa y por el abandono. Historia, relación e identidad no están presentes en la gran mayoría de los casos, o lo están sólo en mínimas proporciones.

El antropólogo francés nombra tres sucesos significativos, los cuales son esenciales para el entendimiento de este par contradictorio lugar/no-lugar. El primero es la urbanización de nuestro planeta; el segundo la escenificación del mundo (aumento significativo de imágenes cuales están circulando mundialmente, que cambian decisivamente nuestra relación con la realidad). El tercero sería un proceso, del cual sólo se puede esperar que no acontezca, si es que acaso ya no comenzó: el origen de un yo ficticio, el cual reivindica a un absoluto máximo la fascinación hacia el reflejo de una imagen. El objeto de esta fascinación sería incluso menos real que los sueños y visiones que pudieron dar un sentido a culturas tradicionales, ya que ellas fueron producto de un lugar y de una cosmología. Esta sería la transición de la época del no-lugar a la era del no-yo.

publicado por El Noticiero de Colima, 26 octubre 2011, pág. 3

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